lunes, 22 de febrero de 2010

El otro lado del Fansipan, en ruta a Dien Bien Phu

Día 116
Sapa – Dien Bien Phu

A las 7 en punto, ya estábamos en la agencia en la que habíamos comprado los billetes, con todas nuestras maletas, esperando la furgoneta que nos llevaría a Dien Bien Phu. Nos habían comentado que aunque solamente eran 200 kilómetros, la carretera era bastante tortuosa.

El gracioso de la agencia se había equivocado, y el bus era a las 8, por lo que fuimos a desayunar.


Al regresar, nos acompañó hasta la Iglesia y se esperó hasta que llegó una furgoneta llena de locales hasta los topes. Al entrar, a repartir bolsas de plástico para las potas, sobre todo, para los locales, que son muy dados a vomitar cuando hay curvas.


Primero, la ascensión hasta la cima del Fansipán. Curvas y más curvas. Primeros niños y locales potando. Bolsita fuera por la ventana, sin complejos. Es curioso, tanto hablar del cambio climático, de reciclar y tal, y que los países más desarrollados son los peores y tal. Los pobres neozelandeses, 4,5 millones, son extremadamente consecuentes con el medio ambiente; pero, al llegar al Sudeste, todo cambia. Aquí no recicla ni Dios bendito.


La bajada fue más divertida, y, lo mejor, fue empezar a ver tantísimos campos de arroz, muy verdes, con la gente trabajando.






Llevábamos ya dos horas y no había intención de parar. El líquido apretaba y mi cuerpo me pedía urgente un lavabo. Desde mi posición, atrás de todo, hacinado, empecé a gritar ‘Excuse me, toilet, please’. Pero nada, no había reacción. Rápidamente al diccionario: ‘Ve Sinh, ve sinh, please’. Hay que aprenderse esta palabra para viajar.


Parada rápida, lavabo, algo de beber y de vuelta. Antes de arrancar, mientras estábamos dentro Lucho, Elena y yo, empezamos a oir los llantos de un perrito. ¿De dónde ostias vendrás? De debajo del asiento. Resulta que mi compañero de asiento llevaba tres perritos de Sapa a Dien Bien Phu en una bolsa con agujeros, y uno se había escapado al parar. Lo que nos faltaba.

“Mi primo”, el que estaba a mi lado, el de los perritos, estaba muy cansado y se me tumbó encima.


Por algún motivo desconocido, contra más al norte vas, peor son los transportes. Cada vez, mucho peor. Este era el penúltimo en Vietnam, y en la segunda parada para lavabo, 4 horas después de salir, la furgona no arrancaba. A mí y a Luciano, los más altos con diferencia, nos tocó empujar con otros locales hasta que arrancó. ¡Joder!


El paisaje empezaba a cambiar, con montañas muy vírgenes, un río, y más campos de arroz.



En mitad de ninguna parte, otra parada para mear. Y se aprovecha para cambiar la batería a la máquina.


Al menos, el paisaje era muy agradable.





Por fin, llegada a Dien Bien Phu. Muy poquito que hacer aquí, solamente pasar una noche para salir el día siguiente hacia Laos.


Primero buscamos hotel, de los más cutres que he visto nunca, y luego fuimos a comprar los billetes para Laos el siguiente día, hacia Muong Khoa, a unos 80 kilómetros.

Al menos, pudimos disfrutar de una buena puesta de sol, entre los campos de arroz, y muchísimos mosquitos. Íbamos de repelente hasta las cejas.






Cuando se puso el sol, fuimos a cenar algo y directos al hotel, porque el bus salía a las 6 de la mañana. Nos tuvimos que montar la mosquitera porque había tantísimos que era imposible matarlos. Cuentan las malas lenguas, que Luciano tuvo que entrar al lavabo cubierto con una toalla para que no lo acribillaran, jaja.

Control de Gastos:
- Desayuno: 50000 VND (1,96 €)
- Bus Dien Bien Phu: 380000 VND (14,89 €)
- Tentempié: 40000 VND (1,57 €)
- Cena: 120000 VND (4,70 €)
- Hotel: 100000 VND (3,92 €)

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