jueves, 29 de julio de 2010

El Metro de Moscú

Día 247
Moscú

He preferido hacer una entrada extra para este día que estuviese dedicada exclusivamente al metro de Moscú. Una pequeña introducción. Moscú es una ciudad muy grande, gigantesca, y el metro llega a todas las esquinas del área metropolitana. El hecho que sea muy grande, hace que el tiempo y espacio entre cada parada sea alto, por supuesto. Pero el tiempo de espera de cada metro es mínimo, entre 2 y 3 minutos, no más.

En Moscú hay 10 líneas, 9 son normales, haciendo una traza de norte a sur o de este a oeste, y la principal es circular, haciendo un círculo al corazón de la ciudad. El diseño de las paradas antiguas consta de los años 40-50, en plena época comunista, de ahí que la decoración esté muy enfocada a personajes o escenas de la revolución o el establecimiento del gobierno del comunismo, posteriormente.

La disposición es muy similar en todas las paradas. Si bien la decoración es muy original y diferente, la estructura es idéntica en todo el metro: una puerta de acceso muy grande, las taquillas para pagar (eso, ni los comunistas lo quitan :D) y unas escaleras eléctricas larguísimas que bajan muchos metros hasta el andén. Una vez en el andén se ve un cuerpo central principal, donde está la decoración (cenefas, figuras, escenas, etc.) y a ambos lados los andenes donde se cogen los trenes. No es importante decir en qué paradas salimos a hacer fotos, en cuál empezamos o en cuál acabamos, porque casi todas las paradas antiguas están decoradas de forma espectacular. Y eso que dicen que el metro de San Petersburgo es incluso mejor. A título informativo, empezamos en Arbatskaya buscando la línea circular que nos la hicimos entera. Llegar, salir, ver, hacer foto, siguiente metro en la misma dirección.

Pues los 4 nos fuimos a la estación. Primero, la entrada, con el cuerpo circular, como templetes del Renacimiento, con pinturas en alguna esquina y un tambor alrededor decorado. Como veis, estrellas rojas, la hoz y el martillo, Lenin… son ejemplos muy típicos.

Después, las súper escaleras que bajarán, no sé, 100 metro, una barbaridad, y, aún así, hace menos calor que en el puto metro de Barcelona, en el que tendríamos que meter cada día a los capullos del alcalde y del president, para que se pongan en nuestra piel.

Así, llegamos al cuerpo central de los andenes, de forma semi-circular y con salidas a ambas vías. Suele haber pinturas en alguno de los extremos.

Al metro, hacia la siguiente parada.

Más de lo mismo, pero diferente. Como dicen en Tailandia: ‘same, same… but different’. Decoraciones pintadas o teselas, marcas geométricas con esculturas, etc.

O vidrieras.

Y así sin parar. Una parada tras otras. En algunas, más modernas, hay cierta voluntad de acercarse a algún arte contemporáneo y dejar atrás tanto comunismo.

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